¡Hola a todos y a todas!
Aquí os dejo el relato para viajar en el tiempo hasta llegar a 2030 donde hablo de la educación.
Brusco
despertar
Sonó
el despertador. Con los ojos medio cerrados se desperezó y apagó el
estridente sonido. ¡El cambio de hora, lo había olvidado! Llegaba
tarde a su clase. Se alzó como si un muelle la hubiese impulsado y
corrió hacia la cocina. Un café ayudaría a afrontar el día.
Mientras el cremoso líquido se vertía sobre la taza, se vistió y
adecentó algo el pelo, tampoco le daba tiempo a más.
Mandó
un mensaje desde el móvil para avisar del posible retraso. Algunas
caritas sonrientes aparecieron como respuesta.
Hizo
de la velocidad su máxima con la cafeína como placebo y a las ocho
y cinco encendió el ordenador. Los rostros medio adormilados de sus
alumnos y alumnas la recibieron. Tras el saludo y las disculpas
escribió la oración para analizar que había mandado la clase
anterior:
«El
niño saltó por la ventana y se rompió una pierna».
—A ver, Juan
Ramírez, te toca resolver el ejercicio. ¿Sujeto?
—El niño
—respondió Juan.
—¿Verbos?
—Saltó y rompió.
—Bien. ¿Hay
complemento directo?
—Creo que sí.
—¿Dónde está?
—¿Por la ventana?
—señaló de forma interrogativa, no muy seguro de su respuesta.
Se escucharon
algunas risas.
—Veo que Juan
sigue dormido aún —señaló la profesora mordaz—. Los que tienen
el micrófono activo que lo silencien, no quiero volver a escuchar
risas.
Varios de los
rostros de los alumnos y alumnas en la pantalla adoptaron un rictus
serio, después de la regañina de la profesora.
En la pizarra
virtual apareció una línea debajo de «una pierna».
—Rocío,
explícanos qué es «una pierna» en esta oración —ordenó la
profesora a una de las alumnas que estaba riéndose.
El rostro de Rocío
adoptó una expresión confusa. Se hizo un silencio incómodo.
—No lo sé,
profesora.
—¡Pues ya va
siendo hora de que os despertéis esta mañana! —se escuchó el
enfado de la profesora a través de los auriculares—. Cada mañana
con vosotros es lo mismo. No sé para qué me doy tanta prisa en
empezar la clase, si vosotros seguís sin despertaros. La semana que
viene empiezan los exámenes presenciales y os veo muy poco
preocupados. ¡Quién no apruebe, no pasará de curso, tenedlo claro!
—amenazó.
Ahora sí sentía la
cafeína enardeciendo su ánimo. Por suerte, fue consciente de ello,
respiró profundamente e intentó calmarse.
—Antonio. Responde
tú. ¿Qué es «una pierna»?
—Complemento
directo, profesora.
—Bien, vamos
avanzando. A ver si los demás también despiertan, que los finales
están a la vuelta de la esquina y el tiempo no espera a nadie.
Una sonrisa se
dibujó en el rostro de la profesora, cuando recordó las broncas que
ella había recibido no muchos años atrás, cuando aún era una
alumna y tenía todo un incierto futuro por delante. ¡Qué tiempos
aquellos! —pensó con añoranza.
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