Admito haber fallado a Mark Zuckerberg, conmigo la mensajería no es instantánea.
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Oda Mae Brow (Whoopi Goldberg)
incómoda fingiendo que no oye la voz
del fantasma de Sam (Patrick Swayze)
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Las ventajas las sabemos todos: he salvado prácticas, concertado tutorías, encontrado a compañeros perdidos por los grupos de clase y organizado casi toda mi vida académica gracias a ellas. Aunque parezca que escribo esta entrada a una notificación más de irme a criar cabras y abandonar el mundanal ruido, agradezco desde el fondo de mi corazón la existencia de Google en la lucha contra el plagio en las redacciones que me entregan y, con él, Gmail y Maps. Sin ellos, literalmente, no estaría aquí. No sé dónde estaría, pero es difícil ubicarse con el mapa de la entrada. No quisiera olvidarme del traductor de Google: puede que interprete el euskera como sumerio, pero siempre ha estado ahí para recordarme que 'realize' no era 'realizar'.

En otros momentos de mi vida he manejado Photoshop y programado con HTML, pero una vez empecé la carrera lo más parecido fue diseñar una web con Wix y, cuando necesito crear una imagen que capte el concepto que tengo en la cabeza, uso SketchBook. Increíble, pero cierto: la de la izquierda no soy yo, es un montaje. El bebé tampoco es Word.

Por último, quiero dedicar este párrafo a Youtube: no solo por las conferencias y audiolibros a los que he tenido acceso, sino por el intertexto común que he podido generar con mis alumnos. A veces, en redacciones o participando en clase, comentan o dejan ver parte del mundo que han construido a su alrededor, sus referencias, sus ídolos, aquello que llama su atención. Con Youtube puedo ver lo que han visto y, al día siguiente, que los dos partamos –si no del mismo sitio– de un punto intermedio.
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Sería genial leerte...